La tasa Google es un impuesto contra la elusión fiscal por el que las multinacionales de la economía digital como el propio buscador que lleva su nombre, Facebook, Apple o Amazon deberán tributar con un 3% de sus ingresos en los países que hacen negocios en lugar de llevarse los beneficios a otros paraísos de baja fiscalidad. Esa ingeniería fiscal tan de moda desde ya hace unos años y que no solo ha sido utilizada por las empresas tecnológicas, lo que es más grave es que también ha sido usada por empresas productoras de bienes en el suelo estatal.
Sin embargo, ante la presión de Estados Unidos (de donde proceden la mayoría de estas compañías) se retrasa su cobro hasta diciembre. Para entonces ya debería estar listo el impuesto digital global que prepara la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), una postura internacional que avalaría la española.
¿Pero es ésta la solución? ¿Al final no será un coste repercutido igualmente en el consumidor y usuario de estos servicios? ¿Y las transacciones financieras?