Hoy estaba dispuesta a escribir sobre las elecciones americanas y que por fin, nos hemos librado de los tweet de Trump y del resto de sus payasadas, cuando ha caído en mis manos un estudio que refleja cómo me siento, bueno, como se siente el consumidor en general: FRUSTRADO!
Marzo fue un mes triste, de confinamiento, luchábamos colectivamente contra el bicho; a marzo le siguieron unos meses de abril-mayo de desescalada resignada intentando convivir con la nueva normalidad; para pasar un verano de desconcierto en el que realmente no pudimos recargar pilas todo lo bien que quisimos. Septiembre llega con la vuelta al cole, los rebrotes y que realmente no es un inicio de nada. Octubre es ya la segunda ola, que nos frustra, porque este año también nos van a robar el otoño y no solo la primavera. Colectivamente estamos agotados después de 7 meses de convivir con la incertidumbre, el cambio, la adaptación y el volver a cambiar. Sube la intensidad emocional negativa, se extiende la frustración y crece la tristeza, el enfado y la rabia. La voluntad de seguir las normas sanitarias convive con un agotamiento y un hartazgo a la hora de intentar entenderlas, dado lo cambiantes que son. De la “ansiedad por el protocolo” hemos pasado al “protocolo cambiante”.
No tendremos recuperación ni en U, ni en V, sino en K.
Se han construido 5 perfiles en relación a las actitudes ante la crisis del Covid y en cómo las marcas deberán dirigirse a cada grupo con un mensaje afín:
- Resistente: estrategias de precio.
- Asustada: compensación en el consumo, mensajes de seguridad y bienestar.
- Empoderado: marcas de gama alta, mensajes que alejen de la situación.
- Expectante: mensajes de aquí-ahora, evitando mirar al futuro.
- Shockeado.
En este momento son los empoderados los que lo llevan mejor para la recuperación, combinan un menor impacto económico con elementos actitudinales que les llevan a superar la parálisis. Veremos qué pasa con el resto…