El gran tema donde hemos suspendido de manera estrepitosa no ha sido en la gestión de las mascarillas y demás EPIs, en los tests, en la prontitud del cierre de colegios y fronteras, en la delimitación de las zonas sanitarias, en la gestión de las residencies de mayores, sino en la gestión de datos. Bueno, en todo ello, y encima de todo y lo más grave, en la gestión de datos. Se necesitan sistemas rápidos, fiables, abiertos y compartibles entre los distintos organismos.
Los sistemas desde el CCAES se montaron sobre la marcha: recogiendo los datos, juntando los datos de 17 comunidades autónomas y poniéndolos en común diariamente en formato pdf.
El SiVies, la plataforma informática del Centro Nacional de Epidemiología (CNE) donde las comunidades tenían que notificar individualmente cada caso, con información de la edad del paciente, su lugar de residencia, sus síntomas…. solo empezó a funcionar a finales de mayo. Todo ello añadiendo mucho desfase, parones, cambios de criterios, series que dejan de continuarse… En las fases de desescalada los datos han estado parados semanas, entonces ¿en base a qué se han tomado entonces la decisiones? ¿realmente dónde estamos? ¿estamos preparados para la nueva normalidad?
Los datos son vitales para detectar repuntes, rastrear contactos y localizar agrupaciones. Además nos han enseñado a protegernos: ¿Por qué sabemos que hay que evitar los espacios cerrados mal ventilados? Porque algunos países han recogido información minuciosa, investigando una oficina mesa por mesa, un autobús o un restaurante.
No se pueden controlar pandemias del siglo XXI con métodos del siglo XIX: opacidad de datos y en formato de pdf.