Los consumidores hemos dejado de comprar tanto por internet como en esos meses anteriores de confinamiento. Hemos cambiado el hacer pan por ir a tomar cañas a las terrazas, y compramos menos alimentos on-line para pasar a comprar maquillaje, equipamiento del hogar y tecnología. Claramente estamos disfrutando el momento con prudencia y preparándonos para para lo que pueda venir.
Y en este mundo de cambio y difíciles previsiones, aumenta nuestra servidumbre digital a compañías privadas como Apple y Google que pueden llegar a acumular tanto poder que no podrá ser controlado por el estado. Y éste no es el camino que queremos para reforzar nuestro estado de bienestar.
Para empezar muchas compañías han empezado a plantar cara a Facebook retirando sus inversiones publicitarias por no frenar su discurso del odio. Y Zuckerberg ha tenido que replantearse su postura inicial de erigirse en defensor de la libertad de expresión, y seguir ahora las políticas de Twitter de etiquetar el contenido que considere peligroso. Se acercan de elecciones en EEUU y queramos o no, sus resultados nos afectan a todos.