Cada vez es más difícil detectar el material generado por IA (los humanos empiezan a no tener 3 ojos y 15 dedos). Pero siguen circulando las imágenes estrambóticas: el Jesús esculpido en arena o hielo, o con el cuerpo formado de gambas, papel de burbujas o abejas.
Sin embargo, aprender a reconocer este tipo de contenido es cada vez más necesario. En los últimos días se han ensañado con la Flotilla Sumud: barcos clonados, banderas inexistentes o con tamaños extraños, y textos ilegibles.
El otro día oyendo un podcast, daban tips de cómo reconocer un texto generado por IA: títulos con mayúsculas en Cada Palabra, repeticiones de frases o estructuras, abuso de conectores como “además”, “por otro lado” o finalizar con “en resumen”, y una sensación general de homogeneidad, como si el texto no tuviera alma.
El objetivo de estos contenidos, conocidos como AI slop o bazofIA, es simple: infiltrarse en los algoritmos, en los feeds y en los resultados de búsqueda; viralizarse; conseguir clics y generar ingresos automáticos. Pero sus consecuencias van mucho más allá: saturan el ecosistema digital, degradan la información y contribuyen a lo que muchos ya llaman la mierdificación de internet. Al final, generan desconfianza y fatiga informativa en los usuarios, que cada vez lo tienen más difícil para encontrar contenido auténtico y de calidad.











