La bandeja de entrada del correo electrónico está llena de spam. El buzón está lleno de correo basura (junk). Y ahora además el navegador tiene su propio karma: el slop. En castellano se traduciría como porquería, bazofia… Este término, slop, se refiere a los contenidos basura cada vez más presentes en nuestras búsquedas y en nuestros feeds de redes sociales. Un fenómeno que ya arrancó antes de la llegada de la IA generativa, pero que se está viendo propulsado por ésta y que está vinculado a la enshittification (del que ya hablamos hace unas semanas) y supone un proceso de degradación de Internet del que se acusa a las grandes plataformas tecnológicas.
Estas semanas estamos viendo el Cristo gambeado, los niños africanos en coches fabricados con botellas de plástico, recetas imposibles… Es fácil y barato crear slops, puede hacerse por diversión, para defraudar y engañar, o para ganar posiciones en Google… Las motivaciones son múltiples, pero el resultado es el mismo: un internet cada vez más inútil. Un internet retroalimentado por estos resultados obtenidos, un catch22, donde los slops alimentan nuevos slops y la pelota se hace cada vez mayor. Menos mal que están surgiendo iniciativas para frenar la desinformación con iniciativas como C2PA o Contents Credentials de Adobe. Utilizan código abierto para que editores, creadores y consumidores puedan rastrear el origen de distintos tipos de medios de comunicación, y certificar que hay una acción humana detrás.
Iba a ilustrar este post con la imagen del cristo gambeado, pero no sé si atreverme a contribuir más al slop. Bueno, ahí va, por si alguno no la había visto.




