Hace unas semanas escuché un podcast sobre la tendencia de escuchar/reproducir a velocidad acelerada, el speedwatching, y el porqué lo hacemos, y pensé que era un tema de mi blog, pero algo pasó en el mundo digital, y se quedó en el tintero. Ahora me he vuelto a encontrar un artículo sobre este fenómeno de visualizar y consumir en un mundo acelerado donde se advierte que perdemos capacidad de concentración y nos volvemos más primitivos: solo actuamos ante el estímulo–respuesta sin procesamiento de la información.
Pero lo que realmente sí que nos puede volver en totalmente primitivos son los implantes cerebrales. Tenemos la oscura noticia que el pasado 29 de enero Musk publicó en su Twitter: “Ayer, el primer ser humano recibió un implante de Neuralink y se está recuperando bien. Los resultados iniciales muestran una prometedora detección de picos neuronales”. Lo que aseguran estos implantes cerebrales es “controlar tu teléfono u ordenador, y a través de ellos casi cualquier dispositivo, solo con pensar”.
Pero lo cierto es que de este supuesto logro no sabemos casi nada: no se conocen datos sobre cómo se ha hecho, ni sobre qué paciente (la convocatoria se abrió para personas con tetraplejia por lesión de la médula espinal cervical o esclerosis lateral amiotrófica), y los resultados no se han publicado en ninguna revista científica. Más allá de la expectación que ha generado el anuncio, los expertos consultados explican que las neurotecnologías llevan años de desarrollo y están en un momento de despliegue exponencial gracias al trabajo de otras empresas y centros de investigación, que ya han hecho ensayos con éxito (y sí han publicado sus trabajos oficialmente).
Lo dicho, ¿te dejarías implantar un chip en el cerebro por Ellon Musk?


